Pequeña, tu sabes como nos trata el amor.
A mi me vistió de bandido y no me gustó nunca ese color.
Me hizo creer que tenía un barco encantado;
me fuí a navegar otros mares sin mucho cuidado.
Pequeña, tu tienes ojos que son tropiezos a la razón.
Y creo que, empieza en tu boca, el laberinto de mi obsesión.
Y hay un ángel en tus manos
que está atrapado por tu pelo.
Y hoy levantas la mirada, y me preguntas por qué.
Por qué estoy hablandote de amor.
Por qué te digo que estan tu nombre y el mio
escritos con estrellas.
Por qué estoy desafiando lo que pudo ser
cosa de buenos vecinos;
quizá hasta buenos amigos.
Y ahora lo echo todo a perder.
Tu dices que no das causa para que te quiera.
Tu dices que no hayas causa a esta sin razón.
tu dices que me conforme con tu amistad sincera
y que me saque del alma esta obsesión.
Lo voy a hacer cuando ya no viva en tus ojos.
Cuando no escuche en mis canciones tu hablar.
Y que no vea, en las sombras de mi cama
la marea de tu cuerpo en libertad.
Lo voy a hacer si no noto tu perfume
en el vuelo de ese libro seductor.
Y que en la noche
cuando abrazo a mi guitarra
no sea tu risa tan clara
la que acompañe mi voz.